El estrés puede afectar diversas áreas del cuerpo, ya que activa el sistema nervioso y desencadena respuestas físicas y emocionales que, si se mantienen en el tiempo, pueden derivar en problemas de salud.
Aumento de la ansiedad y dificultad para concentrarse.
Problemas de memoria y sueño.
Propensión a dolores de cabeza y migrañas.
Elevación de la presión arterial.
Mayor riesgo de enfermedades cardíacas.
Palpitaciones o arritmias.
Malestares como acidez, náuseas o diarrea.
Síndrome del intestino irritable (SII).
Cambios en el apetito (excesivo o pérdida del mismo).
Debilitamiento de las defensas, aumentando la susceptibilidad a infecciones.
Mayor tiempo de recuperación ante enfermedades.
Dolores musculares y tensiones, especialmente en cuello, hombros y espalda.
Calambres o espasmos musculares.
Brotes de acné, urticaria o eccema.
Caída del cabello.
Cambios en el ciclo menstrual o disfunción sexual.
Reducción del deseo sexual.
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