En este artículo hablaremos sobre el fracaso, palabra detestada por muchos, porque se suele asociar a perder o haber tenido un mal desempeño. Se relaciona, generalmente, con el mundo empresarial y los emprendimientos. Sin embargo, también se puede referir a un proyecto personal, como una relación de pareja. Aquí debatiremos sobre qué es el fracaso, si existe realmente y cómo tomarlo como una instancia de verdadero crecimiento.
El término fracaso nos habla de un resultado adverso o inesperado frente a una situación, que en un principio, se esperaba un desenlace mejor. Esta situación puede ser una empresa o un emprendimiento, así como también una pareja. Usualmente esta instancia de fracaso nos lleva a sentir angustia o dolor y, a perjudicar nuestra autoestima. Cómo dice la definición, posiblemente no era lo que esperábamos y la ilusión se rompe. Fracaso, etimológicamente, viene del latín frangere, que significa: “romper o estrellarse”.
Si seguimos al pie de la letra la definición, es cierto que el fracaso efectivamente existe. Pero esto, solo si lo consideramos desde una mirada polarizada entre el éxito y el fracaso. Perder o Ganar. Si entendemos que los procesos naturales de la vida son cíclicos y tenemos una mirada más holística, podremos entender que el fracaso es parte de un todo. Esto quiere decir que poder llegar a una conclusión o resultado adverso es parte de poder hacerlo correctamente.
Usualmente la instancia del fracaso nos golpea a nivel emocional. Nos puede llevar a sentirnos decepcionados con otros o con nosotros mismos. Estos son algunos de los efectos más comunes del fracaso:
- Angustia
- Enojo
- Baja nuestra autoestima
- Aislamiento social
Es posible que volvamos a fracasar en nuestros proyectos una y otra vez. Al menos que, esta instancia, pueda ser vista cómo simbólica. Esto quiere decir ver más allá de lo literal, aprender de las posibilidades y generar consciencia a partir de eso.
Si entendemos que, en cada instancia de nuestra vida, incluída el fracasar, se puede extraer algo, se puede aprehender algo y conocernos, no volveremos a fracasar. Al menos no en la misma situación. ¿Cómo? Integrando la experiencia.
Es común que el golpe emocional del que hablamos más arriba nos lleve a una gran introspección, esto quiere decir, volcando la mirada hacia adentro. Ya sea con angustia o con pensamientos negativos. Poder integrar la emoción generada por ese fracaso, el por qué y más importante aún, el sentido de ese fracaso. Ésto último será la clave para dejar atrás este proceso y seguir con el siguiente. Tanto con nuestra empresa, emprendimiento o otros aspectos de nuestra vida personal.
Luego de este proceso de integración veremos cambios. Estos cambios, productos del éxito de haber superado el fracaso, surgen gracias a la mirada simbólica y holística y despiertan en cada uno el proceso de encontrarse, cada vez más, con uno mismo.
Reflexión
Si hablamos desde lo sentimental, no podemos negar que a nadie le gusta fracasar. No es la intención romantizar el fracaso. Pero, como es una experiencia inevitable en la vida de cada ser humano, tenemos que aprender a lidiar con él y, no solo eso, además, generar consciencia a partir del mismo. Cuando hablamos del fracaso, hablamos de una experiencia que puede llegar a ser estructurante y nutritiva para nuestra personalidad.